Raspberry Pi, un poco de historia

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En ocasiones anteriores hemos hablado sobre Raspberry Pi, un ordenador del tamaño de una tarjeta de crédito totalmente funcional y muy barato. En esta entrada vamos a ver un poco de historia sobre los inicios de este dispositivo.

Inicialmente la idea de la creación de Raspberry Pi era muy incierta. La reputación de los diseñadores, no conocidos, y los precios que tenían en mente apuntaba a que las ilusiones del proyecto se desvanecerían.

El plan inicial era el de construir 1.000 unidades para estudiantes de la Universidad de Cambridge. El precio de venta serían de 35 dólares, incluso sabiendo que el coste de fabricación de estos dispositivos sería de 36 dólares. Haciendo números no es difícil darse cuenta que este movimiento les llevaría a unas pérdidas iniciales de 1.000 dólares. Coste que estaban dispuestos a asumir como parte del marketing de este dispositivo. Los diseñadores esperaban que los estudiantes universitarios sirvieran de “conejillos de indias” para depurar, documentar y mejorar el dispositivo. Visto de esta forma 1.000 dólares parecen más una gran inversión que un gasto.

Pero lo que empezó como un pequeño proyecto (de 1.000 unidades) se convertiría en un éxito de terror. Tres semanas antes del lanzamiento del Raspberry Pi, se produjo un incremento en la demanda del mismo de 200.000 unidades. Si nos basamos en los números anteriores, estaríamos hablando de unas pérdidas iniciales de 200.000 dólares, pero como consecuencia del incremento del número de dispositivos, el coste de fabricación disminuiría. El gran problema era que estaban a tres semanas del lanzamiento y era imposible producir tal cantidad de dispositivos en dicho periodo de tiempo. Esto no sólo hizo que tuvieran que renegociar el contrato de producción sino que además tenían que encontrar un fabricante que fuera capaz de poder manejar tal volumen de producción.

La decisión parecía clara: China. Mano de obra barata y producción masiva. Pero los integrantes del proyecto querían mantener la producción en Reino Unido, dónde al menos, la mano de obra para la producción la placa impresa era permisible y se encontraba dentro de un precio razonable de producción. Eso sí, el resto de los componentes tendrían que ser importados de países más baratos. Para ello se asociaron con Premier Farrell y RS/Allied. Dos empresas capacitadas para hacer frente a las necesidades del proyecto a nivel mundial.

El siguiente paso era como iban a publicar información sobre el dispositivo y a la vez evitar que alguien copiara el proyecto y sacara un dispositivo igual o parecido, pero más barato, ya que se ahorrarían el coste del diseño. Esto era más una preocupación de los socios, que al fin y al cabo eran los que iban a arriesgar el capital. La solución fue el de publicar el esquema del dispositivo, pero sin dar detalles de los componentes que llevaría el mismo. Esto haría que el copiarlo fuera casi tan costoso como hacer el diseño desde cero.

Por último, tenían que decidirse a que segmento de la población enfocarían el producto y por lo tanto que funcionalidades desde el punto de vista del hardware deberían incorporar en el Raspberry Pi. Del cual hablaremos en una nueva entrada.